WABI SABI, LA BELLEZA DE LA IMPERFECCIÓN

WABI SABI, LA BELLEZA DE LA IMPERFECCIÓN


Wabi Sabi, o la belleza de la imperfección. De la filosofía japonesa surge este concepto, que más que una simple corriente estética es una opción de vida, que se basa en tres principios: nada dura, nada está completo, nada es perfecto.


Todos los que nos sentimos atraídos por la cultura japonesa, entre los que me incluyo ¡y cada día más!, sentimos que hay algo especial en su forma de concebir y percibir la vida, algo que les hace diferentes. 

Existen muchas palabras japonesas que no tienen traducción a otros idiomas, pero eso pasa en parte, porque el japonés es un idioma que comunica transmitiendo conceptos más que palabras. Una de ellas es de la que os hablo hoy.



No hay una definición exacta del término, ni siquiera en su país de origen, debido a la afición japonesa por la ambigüedad.



Wabi se deriva de la raíz wa, que se refiere a la armonía, la paz, la tranquilidad y el equilibrio. Una persona wabi es un ser sencillo, no materialista, humilde por elección y en sintonía con la naturaleza.



Sabi, por su parte significa «la flor de tiempo». Implica la progresión natural del tiempo, la degradación, el brillo apagado de lo que una vez fue esplendoroso. Significa entender que la belleza es efímera.


Wabi sabi concibe que la verdadera belleza no está en lo perfecto, porque todos sabemos que la perfección en realidad no existe, es una concepción del mundo y de la vida más realista y un intento de disfrutarlo tal y como es, sin pretender moldearlo para al final crear algo que resulta artificial o irreal.




Durante el Período Higashiyama (東山時代), también conocido como Higashiyama Bunka, una etapa fechada en el siglo XV y que recibe su nombre de las colinas orientales de Kioto, florecieron numerosas artes como el Chadō, la ceremonia del té, el arte floral del ikebana, el teatro Noh, o la pintura sumi-e. Todas estas manifestaciones artísticas se han convertido en la actualidad en símbolos de la cultura japonesa, y todas nacieron bajo la influencia de esta filosofía.



Es una filosofía que se rige por una estética atenta a los detalles, delicada, sin efectos, que valora humildemente cada forma y sus materiales. Celebra la vacuidad y el espacio, el silencio, la disimetría y la simplicidad sin artificios, se basa en una perspectiva que trata sobre la espiritualidad del arte en un mundo que se mueve rápidamente hacia el materialismo desenfrenado.



Son capaces de crear y diseñar espacios y objetos en los que parece que todo está ahí por casualidad, pero nada más lejos de la realidad, todo tiene un equilibrio, un sentido y consiguen trasmitir tranquilidad y una belleza serena y elegante.




Los objetos que son diseñados en base al wabi sabi están hechos de materiales vulnerables a los efectos del tiempo y del trato humano, en ellos se percibe la huella que dejan el sol, el viento, la lluvia y el hombre…por esto, para mí, mis trabajos adquieren más vida y son más bellos cuando conservan el espíritu, el corazón y hasta las manos, tanto mías, como las de la persona a la que va destinada, por el uso que le da. 

Así, mis piezas contarán una historia, un dónde y un cuándo, tendrán un vínculo emocional, las sentiremos vivas, “nuestras”, y eso, solo se consigue con el paso del tiempo. Debemos usar las cosas sin miedo a que estas dejen de estar impecables, no ser víctimas de la obsolescencia programada.


Y por ello también, aunque las proteja con productos que ayuden a que se mantengan en mejores condiciones durante un tiempo, me gusta que no se pierda la textura, características y la belleza natural de cada papel que utilizo. Papeles que están creados de manera artesanal, con todo el mimo y cuidado, y que provienen de la naturaleza.


Porque nada está acabado mientras envejece, mientras sigue ese ciclo que es la vida de un objeto, a lo largo de la cual deja de ser nuevo y perfecto para moldearse según su entorno. Incluso los rasguños cuentan una historia, y en el diseño de un producto las muescas por el uso que se le da evidencian la vida, la utilidad de éste. Por eso wabi sabi es también honestidad, buen diseño, funcionalidad y naturalidad...¡Nada más y nada menos!


Hace tiempo que tenía muchas ganas de sacar una colección de broches relacionada con el mundo japonés, y para empezar, además de las grullas, que ya llevo mucho tiempo haciendo, y que me encantan por su simbologia (si queréis saber más, pinchad aquí), he empezado haciendo también una prenda japonesa que siempre me ha encantado, que son los kimonos. Ambos son grandes representantes de la cultura japonesa y de su manera de ver la vida. 

Como en todos mis trabajos, en su diseño y ejecución he intentado reflejar los principios de la filosofía Wabi Sabi, que son también los principios de la artesanía y de todo lo hecho a mano.






En este mundo en el que vivimos, en el cual se alienta de forma enfermiza el producir, consumir, poseer, ser de utilidad, y en general, todo lo que conduzca al éxito y lo bello, resulta imperioso la búsqueda de otras formas de vivir y sentir, que nos pongan en armonía con un entorno, que, en la mayoría de los casos, nunca acabará de saciarnos; qué no llegará a concretarse en la imagen perfecta que nos han vendido, pero que habla de la verdadera belleza estética de las cosas modestas y humildes. 



Esta filosofía puede ser una herramienta de búsqueda de una existencia más feliz, o por lo menos así lo siento yo, desde que empecé en esta aventura y como consecuencia de muchos cambios y circunstancias. Una brújula capaz de guiarnos a una concepción diferente de un mundo que, demasiado a menudo, nos decepciona, porque hagamos lo que hagamos, nunca termina por saciarnos porque nunca será perfecto. 



Este cambio en la manera de ver y disfrutar la vida puede resultar complicado, porque son muchos años pensando que vivimos en un universo regido por principios que consideran imprescindibles virtudes como la permanencia, la grandiosidad, la simetría o la perfección, solo hay que recordar ejemplos como la cultura grecorromana, para ver que son los principios que nos han inculcado en la cultura occidental desde los comienzos de la historia. En cambio, el término wabi-sabi sugiere cualidades como la fugacidad, humildad, asimetría e imperfección, principios diametralmente opuestos.




Un ejemplo puede ser Hanami, la celebración anual de los cerezos en flor, que incluye fiestas y picnics, paseos en bote y festivales, todo esto debajo de los pétalos que a menudo ya están cayendo, considerados hermosos tanto en los patrones caóticos que forman en el suelo como en las ramas.

Como Richard Powell, autor de “Wabi Sabi Simple” dijo, “Aceptar el mundo como imperfecto, inacabado y transitorio, y luego profundizar y celebrar esa realidad, es algo parecido a la libertad".


Según una antigua historia, que ilustra muy bien este concepto, en el siglo X un joven llamado Rikyu solicitó al maestro de la ceremonia del té Takeno Joo ser su discípulo. Antes de aceptarle, Takeno quiso poner a prueba al joven, por ello le pidió que barriese el jardín. Rikyu siguió las indicaciones del maestro, recortó los setos, rastrilló la grava, recogió las hojas secas de las piedras y limpió el sendero de ramas de musgo. El jardín parecía inmaculado: ni una brizna de hierba fuera de lugar. Luego, extendió la mano hacia una rama de un árbol de cerezo y la sacudió, mirando cómo caían las flores con gracia desordenada en la tierra. Ahí estaba ahora, la magia de la imperfección. Ahí estaba, el orden de la naturaleza, nunca lejos de las manos de los humanos. El maestro quedó impresionado y lo aceptó como discípulo. Años más tarde, Rikyu se convirtió en un gran maestro de la ceremonia del té y de él siempre se dijo que había comprendido la verdadera esencia de esta filosofía.




A menudo asociado con wabi-sabi está el arte conocido como kintsugi, que consiste en reparar objetos rotos rellenando sus grietas con oro o plata. En lugar de ocultar los defectos, éstos se acentúan y se celebran, ya que son la prueba de la imperfección y la fragilidad de las cosas, pero también de la resiliencia, la capacidad para sobrevivir, recuperarse y hacerse más fuerte. 



Al retener lo imperfecto, reparando lo que está roto y aprendiendo a encontrar la belleza en los fallos, Japón fortalece su capacidad para hacer frente a los desastres naturales que tan a menudo les golpean. 



Las abolladuras y los arañazos que llevamos son recordatorios de la experiencia. Eliminarlos sería ignorar las complejidades de la vida.


La vida, las huellas, las cicatrices y las líneas de la risa, son perfectamente imperfectas, y debemos valorar la belleza en ello…




Si como yo, quieres intentar aplicar esta filosofía a tu día a día para llevar una vida más simple y libre de preocupaciones. Aquí te dejo una lista con los principios que caracterizan esta manera de vivir y sentir, y que puedes poner en práctica en tus rutinas:


1. Vive en el momento



Huye de los pensamientos innecesarios acerca del pasado y del futuro.




2. Sencillez


Aprende a prestar la máxima atención a las pocas cosas que realmente tienen importancia para ti.



3. Vacío



Deja sitio para que entren cosas nuevas en tu vida y no te aferres a lo viejo.


4. Intuición



Sé capaz de entender las cosas sin un razonamiento lógico o analítico detrás.



5. Belleza transitoria



La belleza es algo que llega y luego se va. No es duradera.



6. Acepta la imperfección



Este es uno de los principios esenciales. Hay que adaptarse a los cambios de las circunstancias y sacar el mejor partido de cualquier situación. Acepta a las personas, las cosas y la naturaleza tal como son, con sus imperfecciones incluidas.



7. Asimetría



Al contrario de la estética más occidental regida por la perfección y simetría, tienes que liberarte del impulso de disponer los objetos y ordenar las cosas de manera simétrica o siguiendo pautas regladas.


8. Tranquilidad



Libérate del ruido innecesario, de trastos viejos mentales y de distracciones que te impiden encontrar la paz interior.



9. Humildad, modestia y austeridad



Se tú mismo sin proyectar tu ego. Haz una vida sencilla y no pretenciosa.




En definitiva, todo cambia, es inevitable. Hay que disfrutar de la idea de que cada día es nuevo y diferente, de que el mundo está lleno de variables y que nada es estático.



Por último, os dejo dos frases de dos personas que siguen esta filosofía en su trabajo y en su manera de ver la vida.


El arquitecto japonés Tadao Ando escribió: “una persona wabi es aquella que es ella misma y nunca anhela ser otra”.


Y el reconocido galerista e interiorista belga Axel Vervoordt dijo sobre el diseño y estética Wabi Sabi: “Se ve pobre pero es muy costoso. Es lo contrario de lo que la mayoría de la gente quiere, que es algo que parezca caro pero sea barato”. ¿Interesante frase, no? ¿Vosotros que pensáis, que hoy en día se aprecia más la estética ostentosa pero banal o algo más sencillo pero lleno de esencia?...y ¿Qué requiere más esfuerzo y por ende tiene más valor añadido? yo lo tengo claro, pero me da que no soy nada objetiva ;o)



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